Hace muchos años en una ciudad lejana ocurrió un extraño suceso que conmocionó a las almas que recibieron invitación para asistir a una gran fiesta. La tarjeta explicaba que el ágape se realizaría en un bosque de nubes con el fin de unir a las almas que durante su vida hubieran estado casadas y desearan continuar estándolo.
“¿Cómo será esto posible?” se preguntaban incrédulos todos los fantasmas en una reunión celebrada entre ellos para dilucidar tal enigma.”Supongo yo, -dijo Alquonum, un sabio viejecillo-, que, como cuando se celebran las bodas, los curas y sacerdotes de muchas religiones se las arreglaban y aún hoy lo hacen para poner fin al romance de los novios con la célebre y conocida frase de unir en matrimonio a la pareja “hasta que la muerte los separe”, Dios, en su infinita Misericordia, desea unir nuevamente a las almas que deseen continuar casados en un Matrimonio Post Mortem”.
-Eso sería maravilloso – dijo una de las almas participantes, quien suspiraba ante la posibilidad de volver a ver su antiguo amor- sin embargo
–añadió- creo que asistir al magno evento no es tarea fácil- dijo señalando la nota al pie de la
tarjeta, que rezaba como sigue: “Se
ruega a los fantasmas asistentes a
-¿Y cómo hacer para lograr tal efecto en nuestras túnicas translúcidas?- Preguntó otra almita penitente.
- Habrá que llamar a los físicos, a los químicos o a los magos para que nos ayuden- comentó uno de los fantasmas de juventud prolongada.
-¡Si existen tantos inconvenientes no vamos a poder ir al baile! argumentó un desilusionado y malhumorado espíritu.
Estas
eran las expresiones y las preguntas que se escuchaban en todas las esquinas
celestiales y también en
Entre ellos se encontraba una hermosa fantasmita llamada Qala, quien al enterarse de la noticia, revoloteó de un lado al otro tanta era la felicidad que embargó al enterarse de la magnífica perspectiva de encontrar a Quonum, su amor eterno, en la fiesta que se anunciaba. Pero pronto su alegría se fue al traste cuando se dio cuenta que ella no podría asistir al ágape nupcial, pues cuidaba a un viejecito y no lo podía dejar solo. ¿Quién le dará su medicina y le tomará la tensión?” ¿Y entonces tampoco podré ver a Quonum, Dios mío?” – Se preguntó angustiada. “Y, por otra parte –coreflexionó-, si hubiera podido asistir ¿Cómo hubiera adquirido el color azul, necesario para entrar a la fiesta? Todo se presentaba muy, muy difícil, suspiró acongojada. Sin embargo, ella no perdería la fe. Estaba segura de que habría alguna salida, sólo que no sabía cuál.
Por más que Qala se planteó alternativas y posibilidades no pudo encontrar ninguna satisfactoria ni para ella, ni para su paciente. Así que lloró con mucho disimulo su pena por los rincones para que el anciano no se percatara, pues no debía tampoco preocuparlo. Sin embargo, a pesar del cuidado que la fantasmita puso en ello, a don Anselmo, muy sagaz, a quien no se le escapaba un detalle, observó los enrojecidos ojos de su gentil enfermera. Notó que ya se le había agotado el colirio celestial, y que por más que se echara gotas de agua bendita en los lagrímales, ella no lograba disimular su tristeza.
Entonces, ante tan dramática situación, el joven de otro tiempo decidió ayudarla, comunicándose de inmediato con el Padre Eterno para expresarle su inquietud por Qala y ver qué podía hacer el Todopoderoso en su favor, pues el anciano notó que la pobre fantasma redobló sus cuidados para con él, sin importarle el enrojecimiento de sus ojos.
Y
así, pasaron los días y las noches, hasta que llegó la noche de
-Qala, amiga, Dios te bendiga. ¿Qué te pasa que te encuentras tan triste? Te veo muy pálida. Me parece que descuidas tu salud y eso no está bien.
Entonces,
la sorprendida chica-fantasma le contó sus penas. Le dijo cómo había conocido a
Rodnum, cuando estudiaban juntos en la universidad; cómo se enamoraron y se
casaron. Le explicó que habían preparado un lindo proyecto de vida juntos, pero
que, por desgracia, éste se ha había
visto interrumpido cuando un triste día
para ella, Dios lo llamó a su lado con urgencia y él partió, promno sin antes prometerle a su
querida esposa que nunca la olvidaría.
Le contó que mucho tiempo después le
tocó a ella acudir al Divino llamado y decidió ir entonces buscar a quien había
sido su marido, pero era hora y momento en el que todavía no lo había encontrado. Eso la
preocupaba, pues estaba segura que él la buscaba también. Por esta
razón, al enterarse de
- No puedo dejar a don Anselmo solito- continuó llorosa- y tampoco –si fuera el caso- no sabría cómo volver azul mi transparencia. Sabes bien, San Miguel, que ése es el requisito necesario para asistir al baile – concluyó, y se sonó la nariz.
El ángel la escuchó con mucha atención, mientras movía la cabeza, en señal de aprobación; luego, se acercó hasta ella le y dijo:
-
No te desanimes, Qala, puedes ir a la fiesta,
si lo deseas. Por orden Divina los Angeles, Arcángeles y Querubines vinimos
para suplirlos a ustedes, los aprendices de Angeles Protectores que deseen
poderse seguir amando en la eternidad. Yo protegeré a don Anselmo y lo cuidaré
en tu ausencia. En cuanto a
Y, mientras el anciano don Anselmo dormía tranquilo, roció a la feliz y resplandeciente Qala con la maravillosa fosforescencia azul para que fuera en busca de su amado Rodnum.
FinY,
fue así como Qala, envuelta en celestes velos nupciales, entró a
©Myriam Paúl Galindo
Caracas, 2001-Revisado 2011 – Imagen. www.google.com