Fardos de odio
llevo a mis espaldas
¡Cómo me pesan!
Hambre, miseria
desolación, tristeza
son los caminos
retorcidos, oscuros
que hoy siguen mis pasos
de andar torpe
entre las minas
sembradas por la crueldad
de un verdugo.
No hay compasión.
Su mano asesina,
asesta Golpes
y decapita.
Su hambruna conduce
hacia la muerte
y busca siempre
cuerpos enfermos, mustios,
abandonados.
Jamás y nunca
su pulso tiembla, débil
sobre el mártir.
¿Y quién lo dice?
preguntará el Mundo
desconcertado.
Lo afirmo yo,
Pueblo de esta tierra,
de Venezuela.
Caracas, 31 de marzo de 2017
IMAGENES: WEB.
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