Tristezas, penas
y dolor profundo
fueron improntas
de realidades
en un año difícil
y abrumador,
pero en el que
Jesús de la Misericordia
nos tendió la mano,
abrió caminos,
despejó de abrojos
las vías tortuosas;
iluminó sendas
para evitar tropiezos
y no caer.
Dios nos conforta
y nos regala hoy
nuevos horizontes.
Dos mil veintitrés:
Salud, Amor, Prosperidad.
Feliz Año Nuevo .
Foto: Milagros Naranjo de Calcaño
Imagen: Web.
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