lunes, 6 de diciembre de 2021

Viaje al Convento "Hortus Conclusus", al sur de Belén, en Artás, Cisjordania

  
      www.belen.custodia.com

     Este simpático episodio ocurrió, cuando en diciembre de 1981, nos dirigíamos, Mónica Vela y yo, con el chofer de su casa, hacia el Convento "Hortus Conclusus", ubicado al sur de Belén, en Artás, Cisjordania, para verificar, junto con las monjas de las hijas de María del Huerto, a cargo del convento, que estuvieran en orden los preparativos de la boda de su hermana Ximena, quien se casaría en la capilla del claustro, al día siguiente, con Pío Oswaldo Cueva, ecuatoriano, como ella. En ese entonces, el padre de mis amigas, Ximena y Mónica, el Dr. Vela,  era Embajador de Ecuador en ese país.

     Ya he narrado en otra crónica titulada "Boda en Israel", publicada  en este mismo blog, la maravillosa experiencia que para mí resultó asistir a esta increíble y bella ceremonia eclesiástica en Tierra Santa, invitada por Ximena Vela. En aquel entonces, ella trabajaba en la Embajada de Ecuador en Venezuela, y yo en el Instituto Interamericano de Mercados de Capital de la OEA, en Caracas. Ambas instituciones estaban ubicadas en el mismo edificio de la Avenida Andrés Bello. Allí nos habíamos hecho amigas, y como se casaba en esos días, me hizo el sorpresivo honor de incluirme entre sus invitados, que saldrían destino a Tierra Santa, desde Quito, Ecuador. De allí, que yo, al hospedarme en su casa de Herzliya, -ciudad ubicada en la parte Norte de Distrito de Tel Aviv-, acompañara a Mónica, por petición suya,  al Convento de "Hortus Conclusus", al sur de Belén, Artás, Cisjordania-, aquella mañana de diciembre, para ayudarla en la supervisión de los detalles de última hora y verificar, junto con las monjas,  que todo estuviera en orden para el gran día. Resultó toda una aventura esa extraordinaria jornada. Conocer el Santuario, su ubicación geográfica, el saber que en Belén había nacido Jesús, sentir la maravillosa energía de ese suelo, me transmitió una emoción, que hoy, pasado los años, revivo casi con éxtasis. Igual que cuando tuve la oportunidad de visitar Cafarnaúm, recoger los dátiles del suelo. Me parecía que al lado de los monumentos en los que me tomé fotos, pasaba Jesús, acompañado de los Apóstoles. O también Nazareth, en la casa de San José, en su taller de carpintería. Pero luego escribiré sobre esa hermosa experiencia. Ahora volvamos a Belén, al Convento de "Hortus Conclusus", motivo de esta nota.

Para mostrar la magia del Santuario, donde se celebró la maravillosa boda,  copio a continuación lo que sobre el templo describe Custodia Terra Sanctae. Misioneros Franciscanos al servicio de la Tierra Santa. Santuario Belen. www.belen.custodia.com/default.asp?id=210

"Al sur de Belén, muy cerca de los Estanques de Salomón, se encuentra el pueblo de Artás (o Urtás), uno de las poblaciones más conocidas de Cisjordania.

El nombre de Artás deriva del latín ‘hortus’ (huerto, jardín), porque se cree que esta fue la ubicación del famoso ‘hortus conclusus’ que aparece en el Cantar de los Cantares de Salomón: “Eres huerto cerrado, hermana mía, esposa; manantial cerrado, fuente sellada. Es tu seno paraíso de granados” (Cant 4,12-13).
Debido a la proximidad de este paraje con Jerusalén, muchos europeos del siglo XIX se acercaban en verano a Artás buscando sus referencias histórico-bíblicas. Fueron precisamente los europeos los que volvieron a introducir la horticultura en todo este valle.
En 1894, la Congregación de las Hijas de María Santísima del Huerto construyó el Convento “Hortus Conclusus”.

    Así que, luego de informar sobre origen y ubicación del Convento "Hortus Conclusus", y continuando con la crónica de la inspección de la  víspera de la boda al lugar señalado, durante el trayecto de casi una hora y media, entre  Herzilya, al norte de Tel Aviv, donde estaba ubicada la residencia del embajador y Arta, donde se encontraba el convento, Mónica y yo, conversábamos. Entonces recordaba con gran nostalgia el tiempo en el que vivió en Caracas, -donde su padre fue  también Embajador de Ecuador en Venezuela. Como la fecha de la boda  se celebraría cercana la Navidad, Mónica recordó las navidades que le tocó vivir en Caracas, y, de pronto,  me propuso lo siguiente:
     -  Escucha, Myriam, como por cosa de Dios en este justo momento nos encontramos camino de Belén, entonces por qué no cantamos "Con mi burrito sabanero voy camino de Belén?
     Acepté gustosa la invitación,y ante la sorpresa del chofer que nos llevaba hacia el "Hortus Conclusus", comenzamos a entonar el bello villancico venezolano "Con mi burrito sabanero voy camino de Belén", en homenaje al Niño Jesús, la Virgen, San José,  y, por supuesto,  Belén, la bella tierra que lo vio nacer y hacia donde nos dirigíamos en ese inolvidable y único momento.






                                                   
                                                    youtube.com/watch?v=RaDOxr6eQ