jueves, 20 de junio de 2013

HAIKUS DE LAS CARICIAS Y LAS BATALLAS





Cruzan los mares
mis caricias
y te alcanzan

mientras te duermes
en el sueño profundo
de medianoche.

¡Y te despiertas,
porque sientes mis manos
sobre tu cuerpo!

En la claridad 
lunar vienen desvelos,
sientes mi boca.


También mis manos
acarician suaves lanas,
las de tu pecho.

Y mis pies entre
los tuyos se enredan;
anhelan calor.

Manta humana
que abriga mi cuerpo
¡Cómo calientas!

Mi sangre fluye
al compás de latidos
que yo escucho

en la alfombra
de ese fuerte pecho,
todo tibieza.

Se va la noche,
se acerca el alba
entre batallas.

Venció el sueño
nuestros cuerpos dormidos
y abrazados.


Caracas, 20 de junio de 2013




lunes, 10 de junio de 2013

¡UN TESORO ESCONDIDO!



        Para asombro de muchas personas en el mundo  nuestra escasez ocupa los titulares de los medios de comunicación y las redes sociales, dando cuenta de las vicisitudes que pasamos los venezolanos en relación a la inflación y al desabastecimiento de alimentos y  productos básicos. Pero ahora, para bochorno nuestro ¡Hasta falta el papel tualé! Hacemos verdaderas excursiones de un sitio a otro para encontrarlos. La carencia de este último rubro es inconcebible en cualquier país del mundo civilizado. Esta tragedia obedece a la errada política económica que impera en Venezuela  desde hace ya casi quince años- Se nos quiere convertir en un clon de Cuba, con el horrible modelo de la "revolución bonita" castro comunista. Es decir, a una total involución. Pero ya vendrán tiempos mejores, pues los cuarenta años de Democracia,  con sus virtudes y defectos, los llevamos los venezolanos en el alma, el espíritu y en el tuétano. ¡Y no nos  dejaremos robar ni nuestra soberanía ni nuestra libertad!

      En mi infancia escuché y luego repetí a los niños de mi familia, aquel juego, en el que tomándoles un bracito les decía: "Aquí no se come carne, ni aquí, ni aquí... sino  solamente aquí", y al señalar la axila les hacía cosquillas. Sólo que ahora  en Venezuela no se come ni carne, ni pollo, ni harina pan, sino solamente en las mesas bien surtidas de la boliburguesía, sin que a ellos les lleguen las cosquillas de la escasez en todo el proceso digestivo, incluyendo la etapa final. 


       A propósito de esta insólita situación, la semana pasada me fui a realizar unas compras al Excesior Gama, supermercado usualmente bien abastecido, pero que ahora, al igual que los demás, no escapa a la escasez antes señalada. Inicié mi recorrido por los pasillos enumerados con los productos, y al llegar al del papel tualé, me encontré con una sorpresa: los anaqueles estaban vacíos. No podía creerlo. Dos días antes también había estado allí y tampoco había encontrado papel higiénico, sin embargo, los estantes estaban "rellenos" estratégicamente con rollos de papel de cocina.  Bajo el impacto de la sorpresa, me fui a tomar un mocaccino en el área del restaurante. Pensaba en la terrible paradoja que vivíamos. ¡Tanto petróleo y tanta carencia!

    Luego tomé mi carrito para realizar las compras de lo que encontrara, de lo que hubiera, pues en estos momentos no se puede hablar de lo que necesitamos. De pronto, en el pasillo de artículos de limpieza alcancé a ver debajo del último anaquel, algo así como ¡UN ROLLO DE PAPEL TUALE! Bajo los efectos de la  sorpresa me dirigí al lugar y tomé una de las escobas para sacar de sus profundidades, lo que yo imaginaba que era, o en su defecto, un paquete doble de papel de cocina. Podría tratarse de un espejismo. Era posible. Entonces con el palo saqué el misterioso bulto. Confirmó mis sospechas lo que con mucho esfuerzo de mi parte, pescó la escoba: ¡Un paquete de cuatro rollos de papel higiénico! Rápidamente  lo metí en el carrito.  Pensé que alguien lo había escondido, también era posible que  se le hubiera caído a alguien, por supuesto, sin darse cuenta,  y  el preciado rollo hubiera ido a parar allí. 


     Contenta con mi providencial hallazgo continué mi camino. Pronto escuché el comentario de una señora a su esposo. "¡Mira, la señora lleva papel tualé"! Como no me preguntaron, no tuve oportunidad de contarles que, cosa extraña en los días que vivimos,  me había convertido en pirata al encontrarme  al azar  !UN TESORO ESCONDIDO!





IMAGENES: WEB Y FOTOS MPG.






miércoles, 5 de junio de 2013

IGLESIA ORTODOXA RUMANA DE SAN CONSTANTINO Y DE SANTA ELENA

IGLESIA CRISTIANA ORTODOXA RUMANA DE SAN CONSTANTINO Y SANTA ELENA. 
EL HATILLO.
        


El domingo por la tarde tuvimos la suerte de escapar de las angustiosas noticias sobre inseguridad, escasez e inflación que nos agobian a los venezolanos. Todo  obedeció a la inesperada invitación de una amiga que nos propuso a mi hermana y a mí ir a pasear y a tomar un café en El Hatillo, una pequeña población del Estado Miranda, muy cercana a Caracas. Así que abordando su camioneta, allá nos dirigimos Aurora, mi hermana Norma y yo. Como no pudimos entrar al pueblo - atracción preferida de los caraqueños los domingos- por el tráfico que había,  nos fuimos a visitar los alrededores de La Lagunita,  urbanización aledaña, donde el paisaje era maravilloso. Nos detuvimos en un mirador a tomar fotos. 
     Al reanudar el paseo pasamos por una iglesia preciosa con una arquitectura poco usual por estos lares, gótica y de madera. Estaba abierta y decidimos entrar a verla. Al entrar sentimos que no estábamos en Venezuela, sino en un lugar muy lejano. Y era verdad. Acabábamos de entrar en la Iglesia Cristiana Ortodoxa Rumana de San Constantino y Santa Elena. Todo brillaba dentro del recinto sagrado. Era pequeño, sin bancos. Las paredes estaban cubiertas de pinturas preciosas, incluyendo el techo. A la entrada, una señora vendía íconos religiosos preciosos. 
     En la puerta nos recibió muy amablemente el Párroco, el Padre Vasile          Lungeanu, quien amablemente nos sirvió de guía en el interior del templo. 


     
    Nos mostró las pinturas y el altar con sus relieves plateados de Jesús y la Virgen María entre los ángeles. Detrás, nos dijo , estaba el altar donde se celebraba la misa, los domingos a las 11:a.m. Luego nos mostró los frescos del techo. Más tarde, nos unimos a  un grupo de turistas que llegó en un autobús e hicimos una fila hasta el altar, donde nos esperaba el Párroco. El nos preguntaba nuestro nombre, y de acuerdo a éste, nos decía cuál era nuestro santo patrono. El mío y el de María Aurora, por llamarnos María, nos correspondió la Virgen del Perpetuo Socorro; a mi hermana Norma, le indicó su santo: San Nicola di Bari. Luego de decírnoslo, nos hizo la señal de la cruz con aceite y nos bendijo los íconos del Arcángel San Gabriel, que habíamos comprado a la entrada de la iglesia. También nos dijo que la señal de la cruz, según los ortodoxos, se hacía juntando el pulgar, el índice y el dedo medio que representaban al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. A continuación se doblaban el anular y el meñique, que, a su vez simbolizabanre a Adán y  a Eva. A diferencia de los católicos, la señal de la cruz se hace llevando los dedos de esa forma, pero formando la cruz de derecha a izquierda. 

     Le pregunté al Padre Vasile si había alguna diferencia entre la Iglesia Griega y Rumana y respondió que ninguna. Todas las Iglesias Cristianas Ortodoxas eran la misma. Confieso que, tanto la visita a esta hermosa iglesia, como la explicación agradable y paciente del Párroco, me proporcionaron una gran paz. Por su parte, me contó Aurora, que la señora que estaba a la entrada, encargada de vender los íconos, se le quedó viendo y  de pronto le dijo:- Le voy a cantar y así lo hizo con una bellísima voz de soprano. Aurora, sobrecogida, lo tomó como una Bendición. Norma, mi hermana, no paraba de decirme lo bien y lo relajada que se sentía en ese lugar. Era, me dijo como estar en otro país. Y era cierto: nos encontrábamos en Rumania. Estábamos tan sobrecogidas por la belleza de la Iglesia cubierta de alfombras y sin bancos, lo que me hace pensar que los fieles permanecen de pie- y no como nosotros que nos arrodillamos para adorar a Dios-, pero que igualmente adoran. Tomamos la decisión de volver el domingo próximo a escuchar la misa. Durante mi estadía allí tomé varias fotos del lugar, para recordar tan grata experiencia.
    Encontré en Internet mucha información sobre la Iglesia Ortodoxa Rumana, y sobre todo un artículo muy interesante que escribió Beatriz Cruz Salazar y tituló: "Un pedazo de Rumania se esconde en El Hatillo", (El Universal, 23.05.11). En él, ella narra los orígenes de esta iglesia construida en 1999 por un grupo de rumanos residentes en el país, cuando Irene Sáez era Alcaldesa de Chacao. Les invito a leerlo, pues tanto el Párroco, Vasile Lungeanu, como Mioara Lungeanu dan detalles muy valiosos sobre esta preciosa iglesia ortodoxa rumana. 
    Como pueden observar, no es necesario viajar muy lejos para olvidarse por un momento de nuestra angustiosa cotidianidad caraqueña. La paz se encuentra en la mayoría  de nuestras iglesias católicas, y no católicas, como la que hallamos, en este caso, en la pequeña Iglesia Cristiana Ortodoxa Rumana de San Constantino y de Santa Elena en El Hatillo. El origen de su fundación por fieles ortodoxos rumanos en 1999, se muestra en una gran placa, a la entrada principal del templo. A continuación les ofrezco algunas de las fotos que tomé allí el domingo pasado. Espero las disfruten, pero recomiendo que para apreciar de cerca tanta belleza, no dejen de visitar esta hermosa iglesia personalmente.


     ¡Es realmente una experiencia hermosa, diferente y pacífica que nos proporciona un profundo bienestar tanto al alma como al cuerpo!















Caracas, 3 de junio de 2013
IMAGENES: MPG.