El silencio escandaloso de las calles caraqueñas durante
las fiestas de fin de año, producto de la terrible inflación, la escasez y la inseguridad, me hicieron reflexionar sobre el triste y desastroso
año que dejamos atrás los venezolanos. Como ciudadana nunca viví unas navidades y un año nuevo
tan triste en toda mi vida. No pude menos que comparar esas
fechas con otras anteriores, incluso en vida del hoy difunto y nefasto presidente Chávez,
quien sembró, hace quince años las semillas de la destrucción de nuestra Venezuela. Cosecha fructífera que recogemos hoy.
El año pasado, por ejemplo, a pesar de los problemas señalados - consecuencia directa de políticas económicas erradas- todavía se podía respirar una atmósfera navideña. Sólo fue el 30 de diciembre de 2013, cuando el gobierno, inesperadamente, ordenó la interrupción de los
preparativos musicales que se tenían, tanto en la Plaza
Bolívar como en la Plaza
Altamira . Todos ya sabemos el por qué, aunque
la verdad nos la hayan dicho el 5 de marzo de 2013.
El año pasado aún la inflación venezolana no alcanzaba los niveles alarmantes de este año: 56,2%. Tampoco se habían “bajado los precios” por órdenes impartidas desde Miraflores. No se habían saqueado los comercios, producto del vandalismo provocado por el mandato presidencial de “dejar los estantes vacíos”. Aunque hacía tiempo que la escasez reinaba en el país, no se observaban anaqueles tan vacíos como a finales de 2013, cuando encontrar los principales rubros de la dieta básica era una odisea. Durante el año pasado faltaron muchos rubros de la canasta básica, entre ellos el papel higiénico, la leche y la harina precocida o Harina Pan. Esta última había desparecido de los mercados y supermercados en los últimos meses, y el peligro de extinción de la hallaca, nuestro plato navideño, casi era inminente; un caso único en nuestra historia culinaria.
El año pasado aún la inflación venezolana no alcanzaba los niveles alarmantes de este año: 56,2%. Tampoco se habían “bajado los precios” por órdenes impartidas desde Miraflores. No se habían saqueado los comercios, producto del vandalismo provocado por el mandato presidencial de “dejar los estantes vacíos”. Aunque hacía tiempo que la escasez reinaba en el país, no se observaban anaqueles tan vacíos como a finales de 2013, cuando encontrar los principales rubros de la dieta básica era una odisea. Durante el año pasado faltaron muchos rubros de la canasta básica, entre ellos el papel higiénico, la leche y la harina precocida o Harina Pan. Esta última había desparecido de los mercados y supermercados en los últimos meses, y el peligro de extinción de la hallaca, nuestro plato navideño, casi era inminente; un caso único en nuestra historia culinaria.
FOTO: MPG |
Por algo se dice que todo tiempo pasado fue mejor, y claro que lo fue. Hace más de tres lustros, con todos los defectos que pudo tener nuestra Democracia, la inflación no alcanzaba los niveles actuales. Cabe preguntarse ¿Eramos un poco más felices? Definitivamente, creo que sí ¿O es que acaso lo son más aquellos a quienes el gobierno compra con regalos de electrodomésticos y dádivas con fines electorales? ¿O será que esos regalos oficialistas adormecen -como lo hace la burrundanga- las conciencias de quienes los reciben? Ninguna sociedad es perfecta, siempre habrá fallas, porque para la felicidad total está sólo el Paraíso, no la tierra.
Gracias a Dios que cada casa venezolana es feliz en la medida en que sus habitantes puedan hacer milagros. Vemos, por ejemplo, cómo nosotros mismos celebramos, con hallacas o sin ellas, nuestras fiestas de fin de año. Siempre existe la esperanza de que el próximo sea mejor. Este deseo lo vemos a diario, quienes compartimos mensajes y fotos en las redes sociales, precisamente porque la realidad venezolana en estas fechas fue muy diferente al de épocas anteriores. Y es a propósito de estas reflexiones, que me acabo de acordar de lo que me contó un vecino sobre un extraño visitante al que echó de menos este 31 de diciembre.
FOTO: MPG |
Me narró apesadumbrado que un tío suyo, donde se reunía toda la familia a esperar el Año Nuevo todos los años, después de las doce,
hacía “caminar” por las calles de la urbanización un enorme dragón chino provisto de la pólvora
necesaria para su bullicioso desplazamiento. El espectáculo era impresionante, pues realmente el enorme animal botaba
fuego por la boca, mientras recorría la cuadra dando brincos . Las explosiones asustaban y hacían brincar a quienes lo observaban de cerca. Pero, a diferencia de años anteriores, éste año 2014 el dragón chino faltó a su cita anual caraqueña. Me relata mi amigo, que quizás prefirió el enorme animal prefirió recorrer las avenidas de alguna
urbanización de Hong Kong o Shanghai, pues la China - a pesar de tener un
régimen comunista - progresa, se expande y nosotros, sinceramente, vamos en
franco retroceso. Ojalá regrese el travieso visitante el próximo Año Nuevo y los sorprenda haciendo malabarismos y piruetas, tal como lo hacen los maravillosos integrantes del Cirque du
Soleil.
IMAGENES: WEB
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