viernes, 14 de octubre de 2022

SIMULTANEIDAD

 


              Joaquín reinició la jornada laboral, cuando regresó de almorzar. No dejaba de pensar ni un momento en María, la mujer que amaba y le correspondía con un amor tierno, a veces, y otras, apasionado. La relación prometía  estabilidad  luego de haberse  nivelado  los altibajos    del  inicio del noviazgo.  Conversaban   y se   veían   casi   a diario, cuando    los respectivos      husorarios    se    los    permitían    y  también las comunicaciones.    Por esa razón él  sentía, que     si todo    continuaba como hasta ahora, ambos    podrían    compartir     un proyecto de vida en un futuro cercano.
           Había conocido  a    María en la      Isla de Margarita,     durante unas vacaciones el año anterior , en casa de unos amigos,   pocos días     antes de regresar a Münich a terminar     de cumplir    con un contrato     laboral   como Ingeniero     de      Telecomunicaciones     en una empresa     de Informática.               Desde que      los amigos presentaron a  Joaquín y  a María, la atracción   fue       mutua,  ellos se     hicieron inseparables. Las playas fueron testigos de su reciente amor.  Al igual que él , la chica era profesional y trabajaba en Caracas, para una revista digital, como periodista.   Así, que ambos jóvenes estaban muy  deseosos de ver qué les    depararía el destino,  cuando     él    regresara      a Caracas,      al término    del     convenio laboral.  El joven    pensaba,    que   si     la     situación       continuaba    tan  favorable para    ambos,  como hasta ahora,   le pediría      matrimonio   a su novia.      Sólo esperaba que ella aceptara, Dios mediante.
           Hacía rato que Joaquín trabajaba en la computadora, cuando de pronto se sintió muy angustiado:  presintió que en ese preciso instante algo malo le sucedía a María y  rogó a Dios que la cuidara y protegiera. La desagradable sensación de peligro lo invadió algunos minutos, sin razón aparente. Había conversado con ella por WhatsApp, cuando regresó de almorzar, y ella  ya salía para la oficina. Estaba bien, muy contenta con su trabajo en la empresa, pues incluso la acababan de promover a otro departamento con el respectivo aumento de sueldo. Ahora bien, si María estaba en excelentes condiciones  ¿Por qué ahora experimentaba una sensación de peligro enfocada en ella? ¿Estaría enferma? La angustia no lo abandonaba. Hiperventilaba. Pasó un buen rato todavía, hasta que, de pronto, todo el malestar pasó, Joaquín  sintió un gran alivio, y recuperó la calma.


     Al otro lado del Atlántico, ese mismo día, María muy temprano en la mañana  se dirigió al auto para ir al trabajo. Prendió el motor, y mientras lo calentaba un poco, pensó en la conversación que esa mañana había tenido con Joaquín. El le había prometido venir a Caracas a mediados de año, pues para entonces ya habría terminado el contrato laboral con la firma alemana en la que trabajaba. 
    Era cierto que  habían dejado atrás las dificultades iniciales de toda relación. Ahora todo parecía estable, sin olvidar los normales altibajos que ocurren entre las parejas, pero que después, gracias a Dios, siempre se solucionan. Así que, pronto, dentro de tres meses lo vería de nuevo. Esta vez Joaquín  se quedaría en Caracas con nuevas perpectivas laborales y personales, según le había dicho él. Por su parte, ella estaba muy contenta con la promoción que le habían dado en la compañía, que conllevaba, por supuesto, el correspondiente aumento de sueldo. "Gracias a Dios, todo va bien encaminado", pensó, mientras salía del estacionamiento del edificio, hacia el trabajo.  Ella estaba muy  enamorada de Joaquín, ojalá le pidiera matrimonio,  porque le daría el "Sí" sin titubear. Esperaba que él lo hiciera, Dios mediante. 
     María deja atrás las reflexiones, se concentra en el tráfico, que a esa hora se intensifica y toma el camino rodeado de montañas. Al subir por la colina de Los Campitos, ella ve, de pronto, cómo un manantial sale de la colina, cae sobre el pavimento de la vía por la que transita: lo empapa todo. Parece un espejo. Trata de manejar con mucho cuidado. El automóvil acababa de salir del taller mecánico el día anterior donde le realizaron una revisión a los frenos, pues estaban largos. El técnico, después de arreglarlos, le solicitó ponerlos a prueba; sólo que esta situación inesperada, con el piso húmedo, era la menos indicada para probarlos, pensó temerosa.  Así, que, trata con mucho cuidado de reducir la velocidad, al recordar el consejo de Serafín, pero al hacerlo,  el carro se colea sobre la superficie mojada. María, asustada, trata de enderezar la dirección, pero el carro no la obedece, continúa su patinaje descontrolado.
      Con creciente angustia, ella  observa, en fracciones de segundo por el retrovisor, cómo la señora que va al volante del auto que la sigue, con un niño a bordo, se lleva las manos a la cabeza, al ver danzar sobre el pavimento,  al carro que precede al suyo.  María, implora a Dios, a la Madre Celestial su ayuda; piensa en la familia, en Joaquín. Ella imagina que el auto, sin control, puede traspasar la isla y chocar con el otro vehículo que se acerca, a gran velocidad, en bajada, por la vía contraria.
      De pronto, bajo un misterioso impulso, ella dirige el volante hacia el cerro, pues prefiere estrellarse contra él, a ocasionar un accidente. De  pronto, al presentir el impacto inminente, pues el automóvil todavía baila descontrolado, María pisa el freno, consciente no obstante, del peligro que presenta la humedad del suelo, pero esta vez, gracias a Dios,  el auto deja de patinar sobre la superficie mojada por el manantial, y frena, ya en el pavimento seco: justo dos centímetros antes de chocar contra la montaña.


Imágenes: WEB



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