lunes, 7 de abril de 2025

ASI SOMOS LOS VENEZOLANOS

 




    Anoche veníamos tres amigas: Sisladys, Zomaira, Chelito y yo, de regreso  a Santa Fe, en el carro de la primera de ellas. Habíamos asistido a la última  charla literaria,  sobre Mario Vargas Llosa, que dictaba la Dra. María del Carmen Porras, cuñada de Sislady, titulada: "CÓMO EMPEZARON LOS GRANDES ESCRITORES". Las pláticas anteriores habían sido sobre: Gabriel Gacía Márquez, Julio Cortázar y Carlos Fuentes, en  la Biblioteca de la Unidad Educativa  "Carlos Soublette ", en Bello Campo. En el camino comentábamos, muy entusiasmadas, la  excelente exposición de María del Carmen.  
 
    A la entrada de Santa Fe,  pasamos por  "Nucipán" y nos detuvimos allí,  pues una de las tripulantes necesitaba comprar pan. Yo tenía en casa, pero vi media docena de panecillos dulces en una bolsa, y pensé que no sería mala idea  llevarlos para la cena y el desayuno.

      Cuando fui a pagar la compra, la tarjeta de débito no pasó las dos veces que la cajera intentó cobrar. Recordé que la plataforma del banco tampoco me respondió en la mañana, cuando quise realizar los pagos de los servicios, pues  no tuve acceso a la página Web del banco, pero si a otras, por lo que , en ese momento, deduje que el problema de la plataforma del banco, continuaba.  En vista de la situación,  no hice la compra, dejé la bolsa de panes en el mostrador, y me  hice a un lado. Detrás de mí, en la fila, venía una de mis compañeras, quien no tuvo problemas con el punto. Luego, un joven alto, que vestía  jeans y una chaqueta deportiva  azul .

     Ya fuera de la cola, pensé de nuevo en la operación fallida; recordaba que ésta no podía ser por falta de dinero, pues el problema de conexión bancaria se produjo en la mañana, cuando realizaba los pagos del mes. El problema parecía continuar con la plataforma del banco.

     Mientras reflexionaba, preocupada, me aparté para dar paso al chico de los jeans, quien pasó presuroso delante de mí, que ya me encontraba al lado de la puerta de salida, a la espera de mis amigas. De pronto, Chelito, quien venía a mi encuentro, levantó la bolsa de los panes que yo había dejado en el mostrador, y me dijo:

    - El muchacho que estaba detrás de mí te pagó los panes, aquí los tienes. Así somos los venezolanos.- dijo emocionada, mi amiga, al entregarme el inesperado regalo.

     El corazón  se me aceleró al recibir los panes, y salí rápido en busca del amable chico que me había auxiliado, al creer que me quedaba sin comida. Recorrí la acera, y busqué al joven, pero  no se encontraba por ningún lado, ni en la acera, ni dentro de los carros estacionados afuera de los locales comerciales. Me llegué hasta la esquina del estacionamiento y tampoco había rastros de su amable persona, perdida a esa hora por la calles de Santa Fe.

     ¿Sería un Ángel enviado por el Señor? me preguntaba en voz alta, mientras regresaba al carro donde me esperaban las asombradas compañeras, quienes después de muchos comentarios positivos sobre el  amable chico, junto conmigo, llegamos de nuevo, a la  feliz conclusión  de que :

     -¡Así somos los venezolanos!




IMÁGENES: WEB


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