La actividad solicitada por nuestro profesor Israel Centeno, en el Taller Aprenda a Narrar Escribiendo, fue acogida con entusiasmo por nosotros el martes pasado en clase. Se trataba de viajar en Metro hasta Catia con el fin de escribir un cuento surgido de nuestra experiencia viajera. Israel nos recomendó bajarnos en la Estación de Plaza Sucre de Catia, recorrer sus calles, y si podíamos almorzar en El Arabito, pues mucho mejor. Nos aconsejó también llevar una libreta para tomar anotaciones y ser muy prudentes en el momento de realizarlas.
El sábado siguiente decidí cumplir con el trabajo encomendado y me dirigí al Metro de Chacaíto. Como medida de precaución vestí lo más sencillo que pude: unos jeans, mi koala y cero bisutería. Vino a mi mente una vez que un motorizado me robó cuando me dirigía a la Alianza Francesa en Los Caobos y me despojó de mis joyitas, que en aquel entonces, sí eran de oro. Por esta razón y por la violencia desatada en Caracas, experimenté cierto temor al momento de iniciar mi paseo a Catia.
A la hora en la que abordé el vagón no había mucha gente en el andén, por lo que pude entrar sin apretones y sentarme donde quise. De Chacaíto a la Plaza Sucre me separaban once estaciones. En la primera subieron dos señoras y un niño. Ambas portaban camisas y cachuchas rojas con la inscripción “Misión Ribas: Seguiremos Venciendo”. "¡Cosas de la Democracia!", pensé. En la siguiente lo hizo un grupo animado de estudiantes de secundaria con jeans y franelas azules. En la esquina del vagón, conversaban unos adultos de rostros cansados.
El Metro continuó su ruta subterránea, descargando y embarcando pasajeros hasta que llegamos a la octava estación. Poco antes de llegar se hizo la claridad, y entramos a Caño Amarillo. Resultó bonito el contraste luminoso al salir a la superficie rodeada de vegetación. No así el espectáculo que brindaban algunas casas que realizaban increíbles malabarismos en los cerros, sujetándose peligrosamente a los muros de contención de concreto. Semejaban una caprichosa continuación de la pared de cemento. De pronto apareció una gran “M” vegetal agradecida a la lluvia. El Metro hizo allí su parada para continuar hacia
estuvo obstaculizado por los buhoneros y las mercancías que ellos exhibían sobre las aceras. El nombre de una farmacia solidaria con el bolsillo de los clientes: “Dr. Ahorro” llamó mi atención. Me pregunté si de verdad las medicinas con la gran escasez de algunas y con la galopante inflación, fuesen fuesen realmente económicas en ese sector. Así, pues, parándome aquí y allá, caminé largo rato hasta que un ligero cosquilleo me recordó la visita al restaurante “El Arabito”, recomendado por Israel y también por algunos de mi compañeros de clase.
RUMBO A EL ARABITO
Después de curiosear un poco en algunos negocios, por fin llegué a
Antes de llegar al restaurante pasé junto a varias mesas de dominó dispuestas en plena calle. Sobre ellas bailaban las piedras al ritmo de los chasquidos que hacían los jugadores al colocarlas sobre la superficie. Estos tahúres callejeros concentraban sus miradas en las piedras rectangulares y parecían no prestar atención alguna ni a los mirones que tenían a sus espaldas, ni a las estridentes voces de los buhoneros que anunciaban sus respectivas mercancías.
Al salir de mi restaurante de fuerzas árabe entré en una venta de imágenes. Santa Bárbara me recibió muy sonriente, parecía contenta de tener mi misma estatura, y muy orgullosa de hacerle compañía a todos los santos del local: Jesús, La Virgen María, San Judas Tadeo y al Dr. José Gregorio Hernández. En un rincón de la tienda se anunciaban hierbas como Indio Desnudo, Zarzaparrilla, Divi Dive, romero y otras que se usan para curar los males del cuerpo y del alma. Abundaban las velas en todos los tamaños y colores. Luego, continué mi periplo por unas calles y aceras llenas de huecos, y, a ratos, de malos olores hasta que llegué al Centro Comercial Cinema Lago. No lo conocía y decidí incursionar en él. A la entrada, sobre una plataforma metálica se alzaba una pirámide con una gran cruz marrón. Un anuncio de grandes dimensiones invitaba al evento que se realizaría el próximo 30 de octubre a las personas que tuvieran problemas familiares: peleas, rencor, vicios, desunión y agresiones (con c), rebeldía y separación. Siete hombres estarían orando a Dios por ellos al pie de la cruz. ¿Cabría la gente ese día en el local que los organizadores tenían preparado para el evento depurador de almas? Imagino que habría mucho descontento.
VENTA DE FLORES DE GALIPAN EN CATIA, QUE "EMBELLECEN A CARACAS". (WEB). |
CAMINO AL METRO. CATIA. |
REGRESO A CASA
Salí de la estación del Metro, con la sensación de haber vivido una experiencia interesante, porque es un sitio muy pintoresco. Almorcé, como había previsto en El Arabito y estuve en Propatria, después de muchos años. Pero, sobre todo, corroboré que a pesar de que la difícil situación económica que confrontamos hoy en día es un factor determinante en el incremento de la inseguridad en los cuatro puntos cardinales de la ciudad, el espíritu del venezolano sigue siendo alegre, extrovertido y respetuoso. ¡Gracias a Dios!
Caracas, 29 de octubre de 2005. Curso de Narrativa dictado por el Profesor Israel Centeno.
NOTA: Cuando escribí esta crónica hace seis años, todavía era posible, aunque riesgoso, ir hasta Catia. Hoy, lamentablemente, repetir el mismo itinerario es, francamente hablando, casi imposible si se tiene un poco de sensatez. La inseguridad se ha multiplicado en grado alarmante. La falta de mantenimiento del Metro y las constantes fallas eléctricas que paralizan los vagones de este transporte público - excelente años atrás- lo impiden. Sólo espero que la calidad de vida y la seguridad del venezolano sea óptima - y bajo ningún respecto como ahora-, este año 2012, cuando elijamos un nuevo Presidente de la República. Estamos seguros de que él o ella gobernará idóneamente a Venezuela, y nos sacará de la pesadilla que vivimos bajo el gobierno actual, todos los habitantes de esta hermosa tierra.
¡A VOTAR, PUES, EL 12 DE FEBRERO EN LAS PRIMARIAS, Y LUEGO EL 7 DE OCTUBRE PARA CAMBIAR POSITIVAMENTE A VENEZUELA!
Muy bueno. Ese fue el patio de mi primera juventud.
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