viernes, 25 de octubre de 2024

UN TARDÍO VERANO

Ponte Vecchio- Foto: MPG.

     

Cuento enviado a: "Concursos. ...historiasdeverano, concurso de relatos 03 Jul. 2023 /ZENDALIBROS.COM  ...historiasdeverano". 


UN TARDÍO VERANO


      Inicié, al fin,  después de veinte años, mi anhelado viaje de vacaciones  a Florencia, ciudad  en la que un gran amor de juventud dejó una fuerte impronta en mí. Este breve romance, de sólo seis meses con Pietro, tuvo un final tan brusco y triste, que lo convirtió  en una quimera difícil de olvidar. Pero, el tiempo, bálsamo divino, abrió un nuevo capítulo en mi vida, pues  cuando estudiaba Economía en la Universidad, conocí a Carlos, un compañero de estudios,  nos hicimos novios y nos casamos al terminar la carrera. Luego, nuestra felicidad la completó  el nacimiento de  Carlos Alberto, nuestro hermoso hijo.

     Cuando realicé el viaje a Florencia, hacía  tres años que me había divorciado de Carlos, después  de dieciocho años de matrimonio, y me desempeñaba como Gerente de Finanzas en una empresa internacional, por lo que mi posición económica era estable. Pero pronto  mi hijo se graduaría de Médico en la Universidad Central, y  haría un Post Grado en Estados Unidos, según me había manifestado. Así que me quedaría sola. Esto me preocupaba, necesitaba realizar un balance en mi vida, viajar, para poner mis ideas en orden. Y, llevada por los recuerdos, me fui a Italia.

 

      Al llegar a Florencia  recorrí  los lugares que tantos recuerdos me traían: el Ponte Vecchio, la Piazza de la Signoría,  la Galleria degli Ufizzi, el Palazzo Pitti.  Luego de mucho andar, busqué el  Caffe Rivoire , frente a la Piazza Della Signoría, el mismo en el que conocí a Pietro. Me senté a la mesa ubicada hacia la esquina del local, el mismo sitio que ocupé  aquella lejana tarde. Ordené  un Capuccino.

 

      Ese lejano día veraniego almorzaba sola, cuando un chico alto y moreno se acercó para preguntarme si la silla frente a la mía estaba ocupada. Le contesté que no,  me extrañó la pregunta, pues las mesas adyacentes estaban casi vacías.. El joven pareció leerme el pensamiento, pues acto seguido me explicó, a modo de excusa,  que era algo  triste tomarse una café solo, y como imaginó que yo necesitaba compañía decidió presentarse.
     -Me llamo Pietro Allegri ¿Y usted? –   Le dije que mi nombre era Estefanía Pagal.


    Para mi asombro, sin más preámbulos,  tomó asiento delante de mí  e  inició la típica conversación trivial sobre el estado del tiempo. Más tarde, por fortuna,  la conversación se tornó amena, y nos despedimos con los respectivos cambios telefónicos para continuar nuestra incipiente amistad.

  

     Salimos varias veces, pues en ese entonces yo tomaba un curso de italiano, como parte de un intercambio estudiantil entre algunas universidades internacionales. Luego, Pietro y yo nos enamoramos y nos hicimos novios.   Ambos éramos muy jóvenes y veíamos el futuro  luminoso. Mi curso terminó en febrero  y tuve que regresar a Caracas. Nos escribíamos con frecuencia, pero luego de unos meses los correos por parte de. Pietro comenzaron a hacerse menos frecuentes, lo mismo que sus  llamadas,  hasta que terminaron por detenerse y originar la ruptura de nuestra relación. En aquel entonces, estar conectada a Internet suponía una suscripción costosa, pero,  yo la cubría gustosa con mi mesada, al igual que mi conexión al móvil, en aras al amor.  Mi tristeza crecía al no comprender la causa del silencio del  italiano. Tiempo después  le escribí a un amigo común y me enteré  que Pietro  se había casado hacía poco con una chica rumana que estudiaba con él Negocios y Administración, en la Universidad de Florencia. Entonces el dolor se intensificó cuando supe la razón de la ruptura. Estaba inconsolable. Al año siguiente le escribí por Navidad, pero Pietro  nunca  respondió el saludo. Fue la última vez que supe de él, y como dije antes, continué con mi vida. Hoy esa triste historia de amor cumple ya veinte años.

 

    Esas eran mis reflexiones, mientras tomaba el desayuno. Pensaba en las jugadas del Destino. Entonces, de pronto, tuve una corazonada. Sentí una fuerte emoción, una alegría que borró las tristezas.  Entusiasmada,  me dirigí  al Palazzo Vecchio, y  mientras caminaba hacia el maravilloso museo, escuché  la entrada de un mensaje de Skype en mi móvil. Lo abrí y el remitente hizo acelerar mi ritmo cardíaco al leer el siguiente mensaje en italiano:

 

“Buenos tardes,, si  eres Estefanía Pagal, y estuviste en  Florencia, en el verano de 2000,  hace veinte años, por favor, responde este mensaje.  Quiero saber de tí. Soy Pietro Allegri, de Florencia.”

 

 Y acto seguido respondí:

 

“Si, Pietro, soy Estefanía Pagal, la misma persona que conociste en Florencia en el verano de 2000, y ahora estoy en Florencia  de vacaciones.´´

 

      En el momento del reencuentro lo negativo se olvidó, sólo contaba el alegre presente   Pasada la euforia de vernos de nuevo,  cada uno hizo el recuento de su propia vida. Al  mío siguió el suyo: Pietro se había divorciado hacía cinco años. Tenía una hija, Chiara, que estudiaba Ingeniería de Sistemas en Londres.  Luego, resurgieron el amor y las ilusiones, pero de pronto, cuando hacíamos planes para tener un futuro juntos a corto plazo, un zarpazo inesperado nos detuvo: llegó el Covid-19, y se instaló  la pandemia sobre la faz de la tierra. Muchas familias en el mundo sufrimos la tragedia del Coronavirus, Todo se hizo difícil y doloroso. Entonces, ante la imposibilidad de viajar, por el cierre de las fronteras, sufrimos el claustro  de una cuarentena obligada; nos comunicábamos por teléfono y por las redes sociales, como el resto del mundo.

 

     Pero ahora,  a pesar de que el peligro de la pandemia continúa, y lo hará por muchos años, al menos Pietro y yo estamos juntos. Luego de infinitas llamadas, y  dos o tres viajes realizados entre Italia y Venezuela, cuando éstos se hicieron posibles, la boda de Pietro y mía se celebró en Florencia  este caluroso  mes de julio de 2023, en presencia de nuestros  familiares y  amigos. Las bendiciones  del Creador, para quien sólo  el bien de sus hijos es prioritario, se presentaron, al fin,   en  el  tiempo perfecto:   un tardío  verano de nuestras vidas.

 

IMAGEN: WEB.

Myriam Paúl Galindo. Caracas, julio 2023







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